Se hizo conocida la frase de»que siga la jarana aunque no se como mañana», porque tenía mucho de cierto. Las fiestas podían durar 2 ó 3 días, y cuando se terminaba el dinero, se recurría a las salvadoras casas de empeño. Allí se podía pignorar no solo joyas. tambien ternos, camisas y hasta los zapatos cuando la situación apremiaba. Una de las más conocidas estaba ubicada en la Peña Horadada.
LA PEÑA HORADADA
A propósito de la casa de empeño que quedaba en la Peña Horadada, se le denominaba así por ser una pieza de piedra con un extraño orificio en el centro, instalada en la esquina del Jr. Cangallo con junín.
Alberto Medrano, de la 15 Cuadrilla del Carmen y vecino de la zona, nos relata la simpática leyenda que se cierne en torno a esta mole, desde hace mucho tiempo. «Se dice acerca del callejón El Buque, ubicado en la esquina frente a la Peña había una jarana de rompe y raja con la mejor música de la Guardia Vieja, la jarana estaba en su apogeo, cuando uno de los cantores repara en un sujeto, muy extraño, muy bien vestido, enjoyado y que galanteaba, haciéndose merecedor de la atención de las damas invitadas. Cuando el cantor lo observa bien, se da con la sorpresa de que el sujeto no llevaba medias y que un espeso pelaje sobresalía por la basta del pantalón. Entonces ordena a todos que cierren las puertas y ventanas…¿Qué pasa? preguntaron absortos los invitados que danzaban una pegajosa polca de la Guardia Vieja…entonces el cantor gritó: !..Aquí está el demonio..¡ bañémosle en agua bendita….iban a reaccionar los más curtidos criollos, cuando el sujeto salió disparado por una de las ventanas del solar, cruzando Junín y perforando así -para siempre – la peña que empezaron a llamarle «Horadada». concluye Albertito de la 15 Cuadrilla.
Enviado por José Olivera