Paco Maceda

El alma de Los Kipus

Podrán cambiar las voces femeninas, pero las canciones de Los Kipus seguirán siendo las mismas mientras Paco Maceda pueda seguir dándole a la guitarra, instrumento que ha acompañado al músico norteño durante 42 años pródigos en alegrías, y también en frustraciones.

«Estoy tan decepcionado… pero no de mí país, sino de las autoridades». Paco Maceda se pone serio y sus manos detienen los arpegios en seco. Aún está fresco el cierre de lo que pretendió ser La Casa de Los Kipus, un local en la Av. Del Ejército que permitiría el lucimiento de ellos y de nuevos valores del criollismo, y eso sigue amargando su generalmente feliz existencia.
«Invertí 20 mil dólares y no pude recuperarlos porque nunca tuvimos regularidad. Se nos negó la licencia, los vecinos se quejaban, y los municipales nos ëvisitabaní todos los días», se queja.
Luego de liberar sus demonios, don Paco vuelve a acariciar la guitarra, y mientras conversa va arrancando un fondo musical que invita a la nostalgia, pero también a materializar ese conocido lema criollo según el cual al que toca y al que canta, se le seca la garganta.
«Eso sí que no, yo no tomo ni fumo óaclara de inmediatoó. Cuando le comuniqué a mis padres que quería ser guitarrista, les dije que sería como trabajo. Yo ensayaba de seis a ocho horas diarias y he impuesto un estilo a base de la investigación».
La referencia es directa a su adolescencia, cuando decidió descolgar la guitarra que se empolvaba en la sala de su casa piurana para ver qué se podía hacer con ella. Logró domarla al oído, pero quería más. Oyó hablar del manual ëAprenda a tocar guitarra en quince días», lo consiguió y no paró hasta hacer realidad en él el titulito ese. «El resto vino con estudios de piano. Aprendí a leer música y a descubrir el gusto por las blancas y negras… me refiero a las notas, eh. Cuidado que mi mujercita vaya a pensar mal».
Al lado de él está, precisamente, la señora Gladys. Riendo con sus ocurrencias, tal como lo hace desde hace 35 años, cuando conoció a don Paco como líder de Los Kipus y decidió acompañarlo en su trayectoria por los escenarios del Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia e incluso México. Bueno, acompañarlo es sólo un decir, pues ella prefería esperar en casa.
«Siempre me he quejado de mi mujer ósostiene don Paco con inusitada picardíaó. Al quedarse, ella me obligaba a bailar con mujeres que yo ni conocía… tremendo sacrificio el que uno hace, pero así es la vida del artista. Y fíjese, ahora sí me está acompañando, no me deja… a estas alturas de mi vida, ya para qué».
La anécdota pone sabroso a don Paco, y con ganas de puntualizar algunas cosas. Dice que él empezó hacia 1955, cuando acompañó con su guitarra a Luis Abanto Morales en la grabación del emblemático valse ëNunca podrání, pero que recién su carrera se consolidó hacia 1959, como guitarrista de Irma y Oswaldo cuando éstos recorrían el país haciéndose llamar el dúo Penta.
Fue en medio de esas giras, en agosto de 1959, que a don Paco se le ocurre proponer a Genaro Ganoza (un guitarrista norteño como él y dueño de un hermoso falsete) buscar una primera voz femenina para conformar un trío. La elegida fue Carmen Montoro, y ëPor qué sigues llorandoí el primer valse que grabaron para Iempsa.
Lo curioso es que, por tener sus canciones un estilo muy cercano a los pasillos, mucha gente pensó que se trataba de un grupo ecuatoriano. La confusión se hizo mayor cuando, a principios del 60, llegó a Lima un caza talentos mexicano diciendo que había escuchado en Quito a un trío que bien podría gustar en el mercado azteca. Grande fue la sorpresa de los empresarios del espectáculo limeño, entre ellos los directivos de Iempsa, cuando el ilustre visitante dejó escuchar la grabación que había traído y empezó a sonar una canción de Los Kipus.
«Nosotros estábamos en Colombia órememora don Pacoó, pero se armó tal alboroto en Lima que nos trajeron de inmediato y apenas llegamos nos llevaron con guitarras y todo al Rosita Ríos, el mejor local criollo de entonces. No entendíamos nada hasta que nos dijeron que teníamos que grabar urgentemente ëRosa Tí y ëAnsiasí. En cierto modo eso fue bueno, porque esas dos canciones nos abrieron las puertas».
Y vaya que así fue. Durante toda la década del 60 y del 70, Los Kipus recorrieron el interior del Perú y los países vecinos como parte de una caravana promovida por el propio don Paco. «Apenas aprendí el negocio, decidí hacer empresa y organizaba dos o tres giras al año llevando a artistas como Julio Jaramillo, Los Arriagada, Los Embajadores Criollos y Tania Libertad, a los cuales sumábamos un folclorista de la zona», detalla.
Por entonces, las actuaciones se realizaban en teatros y auditorios de radio, y los viajes ósalvo a Iquitosó se desarrollaban por tierra durante casi un mes. En todos los lugares los recibían con expectativa, pues sus canciones habían conseguido identificación absoluta en el gusto popular. «Es que Los Kipus cantan lo que vive el pueblo… ¿quién no está enamorado o ha sufrido un desengaño?», enfatiza don Paco añorando las épocas en las que competía sanamente con otros grupos de calidad, como Los Romanceros, Los Embajadores Criollos, Los Cholos y Fiesta Criolla.

Tocan a la puerta y nuevamente las manos de don Paco descansan. Ingresa una jovencita que es todo sonrisas y doña Gladys se encarga de presentarla: «Ella es Elizabeth Panchano, la nueva cantante de Los Kipus». La muchacha saluda tímidamente y pide permiso para seguir acicalándose antes de la sesión de fotos. Yo aprovecho para preguntar por qué Los Kipus ha tenido tantas (casi 18) primeras voces.
«Un comité de la disquera evaluaba la pegada de las canciones, y cuando éstas bajaban me decía: ëPaco, se necesitan cambiosí. Era doloroso, pero por suerte muchas veces la salida de una cantante coincidió con sus aspiraciones de hacer carrera como solistas, y al final les iba bien».
En ese sentido, don Paco recuerda a todas con mucho cariño. «Los Kipus de ayer es lo mismo que Los Kipus de hoy», enfatiza, y pone como ejemplo el hecho que las miles de personas que los aclaman en los conos o en provincias no distingan que Pilar Valdivia fue la que impuso ëYo perdí el corazóní, o que Zoraida Villanueva provocara delirios con ëPerdisteí; y explica que si Eva Ayllón es la que tal vez esté más identificada con el grupo, es porque hoy ella sigue cantando los temas que alguna vez interpretó siendo parte del trío, como ëCariñitoí, ëNada soyí y ëHuye de míí, entre otras.
Nuevamente tocan a la puerta. Esta vez llega Víctor Meléndez (44) y es don Paco quien lo presenta como quien ocupa el lugar (momentáneamente) de don Genaro. De pronto hay dos guitarras sonando y Elizabeth también ya está lista. Las fotos empiezan y, a modo de ensayo, tocan ëTu alma y la míaí, un valse nuevo que demuestra la vigencia del sonido de Los Kipus, y que fue grabado en Miami durante su estancia en los EEUU.
«Mi familia y yo nos fuimos en el 92. Allá me junté con Genaro y con una voz femenina viajamos por casi todos los estados, incluso algunos que otros artistas no visitan. No se imagina cómo lloran los peruanos cuando tocamos ëMelgarí o ëMi lejaníaí, un valse que compuse para los que añoran su tierra».
Terminan de tocar y don Paco ha dejado ya de renegar con todo lo que le está sucediendo desde que decidió regresar al Perú, como si seguir dando vida a Los Kipus fuera una manera, también, de seguir respirando, e incluso de recuperar el optimismo (aunque ahora la televisión lo ignore, e incluso a veces lo dé por muerto). Es que la crisis económica y la indiferencia oficial podrán haberle cerrado la peña y estancado un negocio de duplicadora de discos compactos, pero aparentemente no podrá doblegar su afán de seguir haciendo lo que mejor sabe: ser el alma de Los Kipus.

Juan Alvarez

 

 

Se fue la guitarra de Tumbes
 
Integrante del trío los Kipus, Paco Maceda falleció a ayer víctima del cáncer. Sus restos mortales serán sepultados hoy, a las 3 p.m., en los jardines de la paz.
El 8 de mayo iba a recibir un homenaje
Justo cuando se le preparaba un gran homenaje, que iba a tener lugar el 8 de mayo próximo en el Parque de la Exposición, falleció ayer el guitarrista, cantante y compositor tumbesino Paco Maceda víctima de un cáncer al hígado.

Su deceso se produjo en el hospital Rebagliatti donde, en diciembre último, había superado un estado de coma. Tenía 78 años de edad. Hoy sus restos mortales serán sepultados, a las 3 p.m., en el cementerio Los Jardines de la Paz. Dos de sus hijos, que viven en el extranjero ya están en Lima. Por otro lado, la Asociación Peruana de Autores y Compositores del Perú (Apdayc), representada por José Escajadillo y Alejandro Lara, entregó a su viuda tres mil soles para ayudar en los gastos del sepelio.

Maceda, quien aprendió a tocar la guitarra siguiendo las indicaciones de una barata guía de enseñanza, se inició profesionalmente en 1955 formando con Lucho Barrios y Modesto Pastor el trío «Los Incas», que duró muy poco. Después acompañó a Luis Abanto Morales en la grabación del vals «Nunca podrán», de Adalberto Oré Lara, en la disquera Iempsa, y se convirtió en guitarrista del dúo «Irma y Oswaldo».

Fue en 1959 que le propuso a Genaro Ganoza (guitarrista y cantante también norteño (para buscar una primera voz femenina y formar el trío «Los Kipus». Fue así que eligieron a Carmencita Montoro, con la que grabaron el primer disco «Por qué sigues llorando». Sin embargo, el éxito recién llegó cuando grabaron «Rosa Té» y «Ansias», dos temas que habían triunfado en un festival de composiciones criollas.

«Los Kipus» recorrieron todo el Perú y algunos países vecinos. Su fama creció al extremo que despertó el interés en México, que envió un representante que creía que se trataba de un trío ecuatoriano. Aclarada la confusión, Maceda, Carmencita y Ganoza fueron contratados para actuar una temporada en México, donde hicieron televisión y grabaron un disco larga duración para el sello Musart.

A través de los cincuenta años de existencia que tiene «Los Kipus», ha ido variando periódicamente su primera voz femenina y así han integrado el trío en diferentes momentos cantantes como Eva Ayllón, Charito Alonso, Zoraida Villanueva, Zenobia (la esposa de Lucho Barrios), Pilar Valdivia, etc.

Antes de enfermar gravemente, Maceda había venido actuando con Elizabeth Panchano y Víctor Meléndez, y con ellos grabó el disco compacto «Los Kipus Siglo XXI». Cuando ya no podía actuar, Maceda informó que su hijo, que tiene su mismo nombre, lo reemplazará dentro del trío que continuará en actividad.

Alfredo Kato

*** Fuente: El Comercio, Sábado 24 de Abril del 2004