«Idolo» y su verdadero autor (*)

¿Quién compuso el vals «Idolo»: Braulio Sancho Dávila o Nicanor Casas?… Es una vieja polémica que no tiene cuándo terminar.
 
Augusto Ascuez, en un artículo titulado «De niño no me gustó el vals», publicado en la revista VSD del diario «La República» el 23 de julio de 1982, dijo, enfáticamente, que el autor fue Sancho Dávila. «Lo sacó un 5 de enero del año 1914. El vivía Abajo el Puente, en el Salitral, e íbamos a dar serenata a un compadre Fidel Beltrán que vivía al frente. Entonces me dio a mí la copia y así, leyéndola, lo canté. Y Quintana ‘Canario Negro’ fue quien me acompañó. Allí estrenamos el vals».
 
IDOLO
 
Un día en perfecta paz
lleno de armonía dos,
díganme si existe amor
donde hay tanta variedad.
 
Por qué quitarme quieres
la pena de no amarte,
por qué mujer, oh ídolo,
quieres martirizarme.
 
Deja que yo muera
y que en paz descanse,
anota que soy uno
que con tu amor mataste.
 
Idolo tú eres mi Dios,
préstame tus agonías,
aunque faraón de amor
no me des plaga de vida.
 
Ascuez, criollo viejo, bohemio, cantor, decía que esa era la verdadera letra, y que los dos últimos versos habían sido cambiados por «aunque fueran de dolor / no serán como las mías». Palabras que no dicen nada, comentaba.
 
«Idolo» es un vals que ha tenido la mala suerte de padecer interpolaciones, mezclas, agregados, añadidos, cortes y todo cuanto se ha creído «conveniente» para embellecerlo. Donde dice «tanta variedad» se pone a veces «tanta vanidad», «la pena de no amarte» aparece como «la pena de no matarme», al verso «anota que soy uno» se canta «anota que soy el hombre» y el famoso «Idolo tú eres mi Dios» es, también según el gusto de quien lo canta, «Idolo tú eres mi amor».
 
En «El Cancionero de Lima» No. 1328, correspondiente a los últimos meses de 1940, se publica el vals «Idolo» con una nota que dice «nuevamente en boga», cuya letra, «corregida y aumentada», dice:
 
Un día en perfecta paz,
en armonía los dos
cuando más cercana estás,
más cercano siento a Dios.
 
Idolo, tú eres mi amor,
me robaste la alegría,
por ti muero de dolor,
son por ti las penas mías.
 
¿Por qué quitarme quieres
la pena de no matarme?
¿Por qué, mujer, ¡oh ídolo!,
quieres martirizarme?
 
Ven, deja que yo muera
y que en paz descanse,
anota que soy uno
que con tu amor mataste.
 
Desde que tú me dejaste,
mi corazón está triste,
pues se halla marchito y solo
desde el día en que te fuiste.
 
En mi pobre y triste vida
no hay siquiera una esperanza,
pues ya mi triste llanto
a tu corazón alcanza.
 
 
(*) Fuente: «Canción Criolla, Memoria de lo nuestro» de Manuel Zanutelli Rosas.
Manuel Zanutelli Rosas ha escrito en las páginas editoriales de casi todos los periódicos de Lima. Es miembro Correspondiente del Centro de Estudios Histórico-Militares. Es autor de «El Callao, nuestro puerto», «Evocaciones históricas», «Guerra del Pacífico», «Guía biográfica del periodismo peruano», «Pisco, bebida tradicional y patrimonio del Perú», «Los que vinieron de Italia», «Felipe Pinglo… a un siglo de distancia», y otros más.

Enviado por :Dario Mejia