Si la mente no nos traiciona, casi a fines de 1955, en Chiquián, capital de la provincia de Bolognesi en el departamento de Ancash; se erigió un mausoleo a Luis Pardo Novoa, más conocido desde mucho antes como el «Bandido Romántico». Dicho busto fue cincelado por el escultor peruano Vidal León.
La propia Beneficencia Pública de Chiquián se asoció al homenaje, cediendo gratuitamente cuatro metros de terreno en el cementerio local «:…en razón de la obra benéfica cumplida por Luis Pardo Novoa, en favor de los necesitados»; exaltándosele a la categoría de Benefactor. Este hecho, fue considerado como una reivindicación a su memoria.
Luis Pardo, descendía de una familia conocida como pudiente en Chiquián, su tierra. Fue hijo de don Pedro Pardo, un hacendado de «Pancal»; quien llegó a ser Sub Prefecto de la provincia de Cajatambo.
El «Bandido Romántico», dio muestra de su gran temple, apenas a los 11 años de edad; cuando se vio obligado a vengar la muerte de su padre, quien fuera emboscado por los hermanos Alvarado, cuando se dirigía en viaje vacacional a su hogar-hacienda. Los mató de dos certeros disparos de carabina; pero aquello no calmó su pena. Su padre moría cinco días después del atentado y muy pronto, la pena se llevó igualmente a su señora madre.
Cuenta la leyenda, que años más tarde, Luis Pardo tomó parte en una fracasada revolución encabezada por don Augusto Durán, quien fuera acusado falsamente de haber impuesto fuertes cupos a los notables de las provincias. Encarcelados, entre ellos Luis Pardo; tuvo que huir de la cárcel para de allí en adelante ser constantemente perseguido por la justicia. Se enfrentó innumerables veces a la fuerza pública, en incursiones que dejaron varias muertes y con lo que se le declaró abiertamente como un bandolero.
Dicen que su valor llegaba a la temeridad y en una ocasión ingresó solo, sin ningún acompañante, a la casa de sus más encarnizados enemigos, donde se celebraba una fiesta familiar. Se entregó a la diversión con la mayor naturalidad, sin preocupación, y sus atemorizados rivales no se atrevieron a molestarlo en lo más mínimo.
En otra oportunidad, estando en la ciudad de Supe, lejos de sus predios y teniendo precio sobre su cabeza por orden del Subprefecto y del Gobernador de Huaral; espectaba animadamente una corrida de toros desde el balcón de la casa de un amigo. Pronto fue descubierto por sus enemigos y ante la inminente captura, se lanza al ruedo y poncho en mano cita a la fiera, la torea y la doblega entre atronadores aplausos de la concurrencia y las petrificadas autoridades, que no atinaron a nada.
Y de tal forma, de aventura en aventura, doblegando a quienes abusaban del pueblo; enfrentando igualmente a la muerte en las pampas como en las ciudades, muere como caen los hombres de su estirpe, solo, en una emboscada preparada por quienes no pueden enfrentarlo mirándolo a los ojos, directamente. Pero vende cara su muerte al enfrentarse a 50 gendarmes de caballería al mando de un mayor.
El pueblo que supo de su generosidad, lloró su deceso. Sus hazañas fueron con el tiempo, anécdotas que formaron parte de la historia de su pueblo, Chiquián; la Pampa de Lampas, su segura morada y de gran parte del departamento de Lima. Y la musa de los poetas se inspiró en ellas, para cantarlas y contarlas a las nuevas generaciones. (LARS).
colaboración:»Boletin de New York»
Canto a Luis Pardo o La Andarita
(Vals – Abelardo Gamarra «El Tunante» )
Ven acá mi compañera
ven tú mi dulce andarita
tú sola sola solita
que me traes a la quimera
De aquella mi edad primera
que en los campos desolado
junto a mi madre amada
y de mi padre querido
era semejante al nido
que hace el ave en la enramada.
Por eso es que yo quiero al niño
amo y respeto al anciano
al indio que es mi hermano
le doy todo mi cariño
Yo tengo el alma de armiño
cuando veo que se explota
toda mi cólera brota
y de tristeza me indigno
cual una araña maligna
que hoy aplasto con mi bota.
Surge la pálida luna
sobre la noche serena
halla en los campos la avena
se mece como visión
detrás de cada peñón
parece ver a su amada
que viene como escapada
en busca de su corazón.
Si me persigen traidores
siempre fueron sin entrañas
se espantan de mis hazañas
que no son, si no rencores
dónde están mis defensores
ya para mí no hay clemencia
nadie sufre nadie llora
si han de matarme en buena hora
pero matenme de frente
Yo soy señores Luis Pardo el famoso bandolero