Una noche que no los dejaron entrar de «zampones» al Teatro Lima, arrunzaron con los coches estacionados hasta Barbones, donde en represalia, desengancharon y espantaron los caballos.
En un baile de fantasía realizado en el foyer del Teatro Olimpo – hoy Municipal, Karamanduka se disfrazó de mujer y «coqueteó» toda la noche con un marinero inglés, a quien le «gorreó» muy buenos tragos y que al final se llevó un gran chasco al quitarse la peluca «Ayarcita».
Avecindaba Alejandro Ayarza por la Plazuela de San Sebastián, ubicación de la Botica del iqueño Tellería, a quien por su parecido con el personaje de la zarzuela La Verbena de la Paloma, lo apodaron «Don Hilarión» y lo fastidiaban reventando cohetesillos a altas horas nocturnas.
Algo chispeados el grupo palomilla, se encaminó a La Torrecilla a casa de Meche Medrano, contigua a la de La Mamita. alli la Palizada se puso en bomba con botellas de Anís del Mono y cerveza alemana «Bulldog», festejándo el serenateo a un parroquiano.
En éste lugar de diversión era pianista un sujeto rechoncho y negro albino. apodado «Piojo Blanco», que algunas vecs alternaba como organista en la iglesia de Las Nazarenas cuando se realizaban casamientos u honras fúnebres.
Estando medio «chato» y culebreando veredas nuestro amigo llegó adelantado al templo y haciendo zetas de puro borracho, subió las escaleras que conducían al órgano, donde se entregó a los brazos de «Morfeo»
Habiéndo ya principiado los responsos, era el momento preciso de preludiar la «Serenata de Schubert»; sin oír las llamadas de campanillas que el Sacristán le hacía, éste se amoscó y le «frotó» las orejas para despertarlo, el músico soñaba con la tremolina de La Meche… y despertándose a medias, arremetió estrepitosamente con las vibrantes notas de una marinera!!!
Mientras tanto en el lupanar se había armado una «bronca» de la piquitri mangansuerva, con botellazos, cabezas rotas etc, etc, etc, tuvo que intervenir el Mayor de la guardia con una buena dotación de «cachacos» y llevaron a los jaranistas con guitarra y todo a los calabozos de la Primera Comisaría de Monserrate. Allí fungía de Comisario Civil interino el mentado «Dinamita» quién al oír la zarabanda que aramba esta banda de zamarros, les propuso que en el término de una hora compusieran una canción que no fuera conocida, sino nadie salía hasta mandarlos a la Intendencia.
Karamanduka y su grey aceptó el desafío y al cumplirse el plazo salieron muy orondos a compas apresurado, entonando estas coplas :
«Somos los niños mas conocidos
de esta noble y bella ciudad…»
Inspirado en narraciones varias, sobre todo de don Aurelio Collantes, «La Voz de la Tradición»
Enviado por Walter Huambachano I.