Cuando los españoles llegaron a lo que llamaban el «Nuevo Mundo» o «Las Indias» por equivocación, una de sus mejores armas y quizás la más importante, fue el caballo; un esbelto animal que causaba pavor entre los indígenas, puesto que nunca antes habían visto alguno.
Estos ejemplares fueron descendientes, de los que a su vez surgieron del cruce con caballos árabes, animales criados en una geografía desértica.
El caballo español, surgió principalmente de jacas navarras y castellanas, pero en determinado momento también se cruzó con el berebere, otro tipo de caballo español y más tarde con la llegada de los árabes a Europa, a través de la sangrienta guerra árabe-española, que duró más de siete siglos; se fueron creando por cruce natural, nuevos ejemplares, dando lugar a un nuevo tipo de caballo español, que fue traído a tierras americanas.
Los caracteres de todas las razas y sus cruces entre ellas a través de los siglos, le dieron características genotípicas y fenotípicas especiales a este nuevo ejemplar; las que a su vez se fueron depurando en el medio ambiente costeño peruano, en el que prosiguió su evolución.
El sistema geográfico costero, extremádamente árido y cálido, con pastizales poco nutritivos, hicieron a los primeros caballos peruanos, acondicionarse a los racionamientos y resistir largas jornadas de trabajo sin descanso; realizando con eficiencia las labores agrícolas y de transporte a las que eran expuestos, en largos viajes entre distantes haciendas y extensos desiertos del litoral peruano. Entre ellos, se fueron seleccionando, aquellos que podían soportar las inclemencias del medio ambiente, sin que éste mermara sus facultades. Así, se fue perfeccionando su mecánica de movimiento y perpetuando una nueva raza.
Este nuevo hábitat y sistema de trabajo, fue otro de los factores en dicho desarrollo; dándole, si bien es cierto un tamaño un poco menor a los nuevos descendientes, pero proveyéndoles de una gran caja toráxica, cascos resistentes y una musculatura de gran tonicidad, con huesos y tendones más compactos. En la evolución del caballo peruano, es indudable que las herencias genéticas traídas por los ejemplares españoles son factores muy importantes; luego, los cambios que se desarrollaron al llegar a un ambiente diferente y las funciones de trabajo poco exigentes a las que se le expuso, ejercieron también una función; especial; pero será la sensibilidad del hombre peruano la que por último le da las cualidades que hoy distinguen al caballo de paso peruano.
Criadores, chalanes y artesanos, a través de un paciente y laborioso trabajo, han sabido depurar el fino arte de la ambladura -movimientos sincronizados de las patas anteriores y posteriores en forma paralela-, los que a su vez originaron los peculiares pasos y el garbo de la marinera peruana.
El chalán, quien hábilmente dirige al caballo de paso, va ataviado con camisa y pantalón blancos, sombrero de paja, poncho de fibra de vicuña, pañuelo, botas y espuelas.
Esta es una tradición, que se ve impulsada a través de concursos realizados en diferentes ciudades de la costa como de la sierra peruana. El más importante es el Concurso Nacional del Caballo de Paso, que se realiza todos los años en la cancha de exhibición de Mamacona, en Pachacámac; entre el 15 y 20 de abril . (LARS).
colaboración: El Boletin de New York