Aurora

Letra: Federico Barreto
Música: Carlos gardel

El vals «Aurora» figura en los registros de la APDAYC desde 1966
bajo la firma de Nemesio Urbina Castañeda, que según los «muchachos»
de la guardia vieja, la música es propia de él, pero la letra pertenece
al conocido poeta peruano Federico Barreto.
En la edición No. 8, página 15 de la revista «Actualidades»,
con fecha 28 de febrero de 1903, se publica el soneto
«Jaspe» de Federico Barreto:
A este soneto de Federico Barreto, le pusieron música
y le cambiaron de nombre, con lo cual salió el vals «Aurora».

Tambien me cabe señalar que por allá por los años 1930 / 1933
entró en circulación una grabación argentina, la cual señalaba
como único autor al «Zorzal Criollo» Carlos Gardel;
siendo la música y letra idéntica al original registrado
en la APDAYC, con la sola diferencia del título : «Ay, Aurora».
Este vals ha sido grabado por varias de nuestras estrellas,
entre ellas, Jesús Vásquez, Los Dávalos, etc (con algunos «arreglos»).
No creo que los hermanos Govea lo grabaran, pero sí lo cantaron.

El tema es copia fiel del original, no le he cambiado ni una coma ni un acento;
en realidad nunca lo hago, los temas envío son copia fiel del original,
tal como lo escriera el autor; es la forma de expresarle mis respetos.

Vals

Me has entregado, Aurora, al abandono
a mí que tanto y tanto te he querido
ni tu negra traición hecho al olvido
ni disculpo tu error, ni te perdono.
No intentes ya recuperar el trono
que tuviste en mi pecho y que has perdido
en el fono del alma me has herido
y en el fondo del alma está mi encono.
Mas yo no podría, aunque quisiera
castigar como debo tu falsía
castígala, Señor, con toda tu energía,
que sufra mucho, pero que nunca muera.
Ay, Aurora, te adoro todavía.

Enviado por Walter Huambachano Icaza

Jaspe
Autor: Federico Barreto

Me has entregado, ingrata, al abandono,
y yo que tanto y tanto te he querido,
ni tu negra traición echo al olvido
ni disculpo tu error… ni te perdono.

No intentes, pues, recuperar el trono
que en mi pecho tuviste, y has perdido.
En el fondo del alma me has herido,
y en el fondo del alma está mi encono.

Yo no podría, es cierto, aunque quisiera,
castigar como debo tu falsía;
más, la mano de Dios es justiciera.

¡Castígala!, Señor, con energía;
que sufra mucho, pero que no muera…
¡Mira que yo la adoro todavía!

Enviado por Dario Mejia