Chabuca Granda

Chabuca Granda
Chabuca Granda

Su nombre completo fue María Isabel Granda Larco. Nació en el departamento de Apurímac, Perú, el 3 de septiembre de 1920; murió en 1983 en Miami, Estados Unidos. Recién casados, sus padres -el ingeniero Eduardo Granda y San Bartolomé y doña Isabel Susana Larco Ferrari- se instalaron cerca de la mina de oro y plata donde trabajaba el padre; su primer hijo murió muy pequeño. El nacimiento de Chabuca los consoló un poco de la pérdida. A las pocas horas de nacer la niña, la casa entera se incendió y quedó en cenizas; Chabuca fue salvada por un trabajador.

La familia se muda a Lima cuando la niña ya está en edad de asistir a la escuela. Fue buena deportista; estudió en el Colegio de Jesús y a los 12 años descubrió que tenía grandes aptitudes para la música. Llegó a ser presidenta de la Asociación de Canto del Colegio. Tanto el padre como el abuelo de Chabuca habían sido integrantes de conocidos grupos filarmónicos, por lo que su vocación musical fue considerada hereditaria.

Chabuca formó un dúo con su amiga Pilar Mujica, llamado «Luz y sombra», y cantaron en la Radio Nacional. En 1938 se desempeña como animadora de un programa de radio para artistas aficionados usando el pseudónimo de Conchito cuello largo. En 1940 forma un trío con Martha y Charo Gibson y empiezan a interpretar canciones mexicanas; recordemos que Chabuca tuvo gran influencia de los compositores mexicanos. Fue una de las primeras artistas que apareció en la Televisión de Perú, en 1958.

Se casa con Enrique Demetrio Fuller da Costa el 13 de mayo de 1942; tuvo dos hijos, Carlos Enrique (1947) y Teresa María Isabel Emilia (1948). Su matrimonio fracasa en 1952 y su esposo la acusa de «conducta deshonesta» por querer componer valses de música criolla.

Su despliegue personal como cantautora se inicia luego de su divoricio, que fue visto como un escándalo para la sociedad limeña de aquella época.

El primer período de su producción creativa es netamente evocativo y pintoresco; “Chabuca” –este es el nombre con el que se hizo llamar– le canta a la Lima antigua señorial de fines del 1800. Es la ciudad que ella conoció a través de su padre, la del barrio del Barranco, de grandes casonas francesas, con inmensos portales y jardines de invierno. A esta etapa pertenecen “Lima de Veras”, “La flor de la Canela”, “Fina Estampa”, “Gracia”, “José Antonio”, “Zeñó Manué” y muchas otras. Ella rompe la estructura rítmica convencional del vals, y sus melodías, de tesitura muy amplia, alternarán el nuevo lenguaje que propuso con el de los antiguos valses de salón. Su producción también revela una estrecha relación entre letra y melodía, que fue variando con el tiempo hacia una tendencia poética cada vez más sintética.

Mujer de buen comer y vivir, a partir de esta época empieza a componer las canciones que la harían famosa en todo el mundo. Hizo gran amistad con María Dolores Pradera, quien inmortalizó algunas de sus composiciones. A esta etapa pertenecen “Lima de Veras”, “La flor de la Canela”, “Fina Estampa”, “Gracia”, “José Antonio”, “Zeñó Manué” y muchas otras. Ella rompe la estructura rítmica convencional del vals, y sus melodías, de tesitura muy amplia, alternarán el nuevo lenguaje que propuso con el de los antiguos valses de salón. Su producción también revela una estrecha relación entre letra y melodía, que fue variando con el tiempo hacia una tendencia poética cada vez más sintética.

Más adelante, Chabuca quebrantará incluso las estructuras de la poesía convencional, y el ritmo de las canciones seguirá los pasos de esa evasión de las rimas, consonancias y métricas dadas. A este última etapa pertenece un ciclo de canciones dedicadas a la chilena Violeta Parra y a Javier Heraud, poeta peruano muerto en la revolución de Velasco Alvarado.

En sus últimos años, Chabuca Granda interpretó un repertorio ligado al renacimiento de la música negra afro-peruana que, a pesar de haber estado presente a nivel popular, había sido denostado por razones sociales y raciales. Manejó con maestría “negra” el abanico de ritmos que enriquecieron la música popular peruana y su poesía tomó el sesgo de la acuarela, el trazo sintético y sugerente de colores y sensaciones.

Murió por una disfunción cardíaca en una clínica de los Estados Unidos, en el año 1983. Su voz y su vasta creación se extendieron más allá de las fronteras de su país, recreadas también por intérpretes de todo el mundo que han visto en sus obras una fina y sensible expresión de la música del Perú.