Historia del Día de la Canción Criolla

Día de la Canción Criolla
Día de la Canción Criolla

La Historia del  «DIA DE LA CANCION CRIOLLA» está llena de anécdotas, pues ese día fue muy escrupulosamente escogido; primeramente tenía que ser un fin de quincena o fin de mes  para poder tener la solvencia necesaria, y celebrarlo con «todas las de la ley»; que el día siguiente sea feriado, por obvias razones; la primera para poder ir en romería al cementerio y visitar las tumbas de quienes con su amor e inspiración enriquecieron el pentagrama de nuestro acervo popular costeño, entrelazando con notas de oro los versos que a la amada, a la madre o a la patria le cantaran; y segundo para poder festejarlo con una buena serenata como «Dios manda», en la que los cantores criollos de diferentes barrios «pondrían lo mejor de sí»  lo que daba por  consecuencia el consabido «contrapunto de serenatas», tratando cada cual de «llevarse la bandera», demostrando «ser el mejor» , o «saber mas que los otros», de tal manera que sea el barrio o el centro musical que representaban, el que ganaba la lid.

También se pensó, y a justo título, en las festividades del Patrón de Lima, el «Señor de los Milagros».

Teniendo en cuenta que había que tratar de reunir todos estos elementos; y con gran acierto, se escogió el 31 de Octubre, pues el 1° de noviembre es feriado y se celebra el día de Todos los Santos, y se acostumbra hacer romerías al cementerio a visitar a sus difuntos. También el 31 de Octubre es el último día de las festividades del «Cristo de Pachacamilla» o «Señor de los Milagros»; … y listo, se encontró lo que se buscaba:

                                                            el 31 de octubre

Luego de haber hurgado trabajos de algunos insignes tratadistas, me inclino sobre todo por las teorías de dos de entre ellos, quienes merecen toda mi admiración y respeto, y a quienes tuve el privilegio de conocer, como son don Niko Cisneros, otrora periodista de «La Crónica» y tratadista de los anales de la canción criolla; y el bajopontino (como yo) don Aurelio Collantes Rojas meritoriamente llamado «La Voz de la Tradición», de reconocida trayectoria en la labores de investigación sobre los orígenes de la música criolla, mérito que le valió el público reconocimiento del ilustre maestro e historiador don Jorge Basadre en su obra «La Historia de la República».

Dicho esto, y con el permiso de los presentes, puedo a ciencia cierta decir que el «padre histórico» de  la creación de ese magno día fue el criollazo y prestigioso periodista del diario «El Comercio»  don Juan Manuel CARRERA, quien luego de un cierto tiempo de estadía en la hermana república de Chile, regresó a su querido y añorado Perú, a sus Barrios Altos, cuna de grandes bohemios del criollismo, radicándose al final de la avenida Grau, frente al Hospital Dos de Mayo, y muy cerca de la placita de Buenos Aires, donde en una de sus esquinas, si no me equivoco, entre la calle de los naranjos y Acequia de Islas, en el segundo piso de una hermosa y antigua casa de bellos balcones coloniales, se encontraba el prestigioso y criollazo «Centro Musical Carlos A. Saco» (local que tuve el honor de conocer en mi prima juventud), institución que lo acogió con los brazos abiertos, y la que más tarde, solamente un año después, este singular personaje llegó a dirigir en calidad de Presidente.

Una de las primeras gestiones que realizó don Juan Manuel CARRERA en pro de su institución, fue el de convencer al propietario del inmueble donde se encontraba el Centro Musical, don Rómulo Sessarego, otrora maestro de la fotografía y muy conocido en los ámbitos limeños por su profesión. gestión en la que fue apoyado total y ampliamente por su amigo y también dirigente del Centro Musical, don Felipe ANDRADE, a la sazón Diputado por Lima, quien a su vez era amigo influyente del Sr. Sessarego, el mismo que ante las muy constantes visitas de estos dos personajes, no tuvo otra alternativa que ceder en donación el local que ocupaba este emporio del criollismo  barrioaltino, coronando de esta manera las aspiraciones de los socios del Carlos A. Saco.

Luego de los consabidos festejos por el triunfo, el inquieto don Juan Manuel CARRERA  propone otra misión a su compañero de lides Felipe ANDRADE para luchar por la realización de su sueño dorado, del sueño de los criollos de verdad, que nuestra querida música criolla cuente con un día oficial, en señal de reconocimiento a todos los gestores de la música popular costeña. Cabe recordar que los miembros de la institución apoyaban unánimemente estas gestiones, y que a la sazón  se encontraba como miembro de la Junta Directiva en calidad de Director Artístico, mi señor padre, don Luciano Huambachano Temoche, gran bohemio, buen compositor, y excelente cantor y guitarrista.

Innumerables tropiezos, idas y venidas habrán tenido que sortear hasta llegar a ser escuchados por el Presidente de la República, don Manuel Prado Ugarteche, a quien lograron convencer, y quien por Resolución Suprema del 18 de Octubre de 1944 ordenó que el 31 de Octubre de cada año sea dedicado a la exaltación de la música popular de la costa, denominándolo «Día de la Canción Criolla». Vale mencionar también que ésta Resolución Suprema, poco tiempo después se convirtió en Ley; el respectivo proyecto de ley fue presentado primeramente a la Cámara de Diputados por don Felipe ANDRADE, quien no escatimó esfuerzos hasta que la Cámara Alta, la Cámara de Senadores ratificara lo aprobado y la convirtiera en Ley.

Como es de suponer, ese fue el más grande día de todos los criollos que de una u otra manera dieran lauros a nuestra música, porque esa fue la primera vez que un Presidente Constitucional de la República del Perú asistiera a una serenata criolla desde los balcones del Centro Musical Carlos A. Saco, ya que el propio don Manuel Prado quiso confundirse con los criollos que festejaban por primera vez, y en forma oficial, este histórico día; serenata en la que actuaron entre otros, artistas consagrados como el famosos y recordado dúo  «Romero y Monteverde»,  el dúo Huambachano y Pizarro,  el dúo mixto «La Limeñita y Ascoy» integrado por los hermanos Rosita y Alejandro Ascoy, el gran Máximo Garrido, acompañados por las guitarras y laúd de Pancho Estrada, Demetrio Cruzado y «El Chino Ravelli».

Entre las anécdotas de mas relieve debo contarles que una semana mas tarde se realizó una gran función de gala en el Teatro Municipal, a la que también asistió el Presidente de la República y que entre las muchas figuras del cancionero criollo, surgió una de las más grandes estrellas de todos los tiempos, con sólo 21 años de edad, doña María de Jesús Vásquez; quien había sido consagrada como estrella antes en un homenaje que organizara «El Rey de la Polka», don Pedro Espinel al Bardo Criollo don Felipe Pinglo Alva; pues había interpretado como nunca antes nadie lo había hecho el valse «El Plebeyo» del mismo Pinglo; el público se puso de pie para aplaudirla, Jesús Vásquez tuvo que cantar por tres veces este hermoso himno de la música criolla, y un 18 de julio de 1939, por iniciativa de Aurelio Collantes quedaba definitivamente consagrada «Reina y Señora de la Canción Criolla» en el desaparecido teatro  Apolo de los Barrios Altos.

Al haber hecho este breve pero significativo recuento histórico de la música criolla, y antes de terminar quiero testimoniar mis más grato reconocimiento y elogios a quienes dedicaron por entero su vida a la grandeza de nuestro  criollismo, entre otros primeramente al más grande, al bardo insigne don Felipe Pinglo Alva, inmortal compositor de El Plebeyo, Andarita, Mendicidad, Hermelinda, El Espejo de mi Vida, etc.; a los bajopontinos Eduardo Montes y César Manrique, reconocidos como «Los Patriarcas» y quienes fueron los primeros en grabar  en Estados Unidos para el sello Columbia 91 discos con 182 temas; al Tunante don Abelardo Gamarra, con su «Canto a Luis Pardo»; al chalaco de nacimiento, pero barrioaltino de corazón, don Carlos A. Saco; Pedro Bocanegra; Alejandro Sáenz, Yolanda Vigil «La Peruanita»; don Braulio Sancho Dávila, con su «Comarca» e «Idolo»; al Rey de la Polka, don Pedro Espinel; a Isabel «Chabuca» Granda con su famosa inspiración «La Flor de la Canela»; a esas catedrales como fueron los hermanos Augusto y Elías Ascuez, bajopontinos; al chalaco don Manuel «Chato» Raygada y su famoso valse «Mi Perú»; don Pablo Casas Padilla, nominado por el Propio Pinglo como su sucesor, y su «Anita»; al gran Manuel «Mañuco» Cobarruvias con su «Ocarinas»; a don Laureano Martínez Smart y «El Provinciano»; al rimense don Luciano Huambachano Temoche (malambino) con su «Barrio Bajopontino», creador y organizador dela tradicional serenata a la barrioaltina Virgen del Carmen «Patrona del Criollismo»; al victoriano Porfirio Vásquez fundador de la dinastía de los Vásquez; don Filomeno Ormeño y «Se va la Paloma»; otro rimense de polendas don Lorenzo Humberto Sotomayor y su tema «Corazón»; al chinchano don Abelardo Carmona y su «Lucy Smith»;  a la barrioaltina Serafina Quinteras y su «Muñeca Rota»; don Nicolás Wetzel y su «Noche Triste», al piurano (cataquense) don Rafael Otero López con «Mis Algarrobos»; Alicia Maguiña y «Viva el Perú y Sereno» e «Indio», a la melódica voz de Nedda Huambachano y «Nuestro  Eterno Amor»; al gran decimista y célebre por sus décimas de pié forzado don Nicomedes Santa Cruz; al Arquero Cantor Juanito Criado; don Ernesto «Chino» Soto y «La Abeja»; a don César Miró con «Todos Vuelven», «Se va la Paloma», «Puerto de Malabrigo», etc.; al ayacuchano de nacimiento y bajopontino de corazón Augusto Polo Campos y su famoso «Contigo Perú»; a la primera guitarra del Perú, el «Chino» Oscar Avilés; su yunta y eximio cantor «Zambo» Arturo Cavero, al campeón mundial de resistencia en guitarra, jaranero y fundador de varios conjuntos criollos, Fernando Loli; al «Caballero de la Canción Criolla» don Rafael Matallana; al torero cantor Lucas Borja.

Cómo  no tener presente a «La Princesita de la Canción Criolla», Maritza Rodríguez ; y lógicamente no debo olvidarme de «Las Grandes» Eloísa Angulo, Esther Granados, Delia Vallejos, Teresita Velásquez y Alicia Lizárraga;  la «Dama del Vals» Edith Bar; Graciela y Noemí Polo «Las Limeñitas»; al dúo Pedro y Emilia, Los Hermanos Trigo, tampoco puedo dejar de mencionar a la legendaria «Negra Valentina» y su !Ay qué me hacen!.

Al finalizar también quiero recordar a una de las más grandes estrellas del firmamento de la música criolla, que fue tanto su amor por la música, que escogió el 31 de Octubre (1970) para pasar al valle celeste y reunirse con quienes la precedieron y que de seguro en el cielo seguirán cantando al criollismo, y murió cantando a su público «Mi última Canción», me refiero a la Morena de Oro del Perú, a la Voz de Oro, a Lucha Reyes (rimense por cierto).

Sé que hay más nombres que debo de mencionar, pero el tiempo es corto y solamente termino diciendo… «Viva la canción criolla»… y… «Viva el Perú».

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