Hay golpes en la vida…

César Vallejo
César Vallejo
César Vallejo, el más grande poeta peruano, falleció en París el 15 de abril de 1938. Con los versos de su poema «Piedra Negra sobre una Piedra Blanca», predijo su muerte: «Me moriré en París con aguacero / un día del cual tengo ya el recuerdo. / Me moriré en París -y no me corro- / talvez un jueves, como es hoy, de otoño».
Quizás resulte extraño empezar a hablar sobre alguien mencionando primero su muerte, pero creo que ese estilo le hubiese gustado a César Vallejo, quien en su obra poética, que es única, expresa las experiencias del dolor cotidiano y la muerte. Por ello, al cumplirse 65 años de su fallecimiento, los peruanos debemos tener más presente a ese gran poeta peruano que revolucionó el lenguaje poético hispanoamericano con un estilo que se apartó de lo tradicional.
César Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, Departamento de La Libertad, Perú. Creció en un hogar pobre, pero lleno de calor humano, lejos del cual se sentía solitario. Estudió en la Universidad de Trujillo, donde frecuentaba periodistas, escritores y políticos rebeldes. Fue en Trujillo donde empezó a escribir poemas y en el año de 1917, decidió trasladarse a Lima.
En 1918 fue impreso su primer libro «Los Heraldos Negros», el cual entró en circulación recién al año siguiente. Estando de visita en su pueblo en el año de 1920, se ve envuelto en una revuelta popular que le llevó a la cárcel por tres meses. Esta experiencia tuvo una crítica y permanente influencia en su vida y obra, la cual se reflejó de modo muy directo en varios poemas de su libro «Trilce», impreso en 1922.
Un año después se traslada a París, desde donde realiza esporádicos viajes a la Unión Soviética, España y otros países europeos. Su vida en París estuvo rodeada de grandes problemas económicos y de un intenso sufrimiento físico y moral. Allí conoció a Mariátegui, con lo cual se mantuvo al corriente del marxismo peruano.
Se dedicó al periodismo y participó en política, dentro del comunismo, lo cual le costó el que fuera expulsado de Francia. En España siguió de cerca las acciones de la Guerra Civil y fue allí donde escribe: «España, aparta de mí este cáliz».
Vuelve a París residiendo en la clandestinidad y fue en ese entonces en que conoce a Georgette, con quien se casa en 1934. Ella lo acompañaría en medio de penurias económicas hasta el final de sus días.
Los golpes de la vida lo siguieron después de su muerte ya que César Vallejo fue injustamente definido por algunos críticos y comentaristas, aquellos que creen saberlo todo, como un tipo colérico, enfadado con el Perú, al cual no quería volver. Lo cierto es que Vallejo es uno de los más grandes poetas que haya dado latinoamérica, siendo su obra estudiada a nivel mundial y quienes vivimos en el extranjero podemos quizás entenderlo un poco más. César Vallejo murió enfermo y en la miseria, él quiso mucho al Perú y la nostalgia fue quizás su grande compañera, lamentablemente, él no podía regresar a su patria.
LOS HERALDOS NEGROS
Autor: César Vallejo
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Dario Mejia
Melbourne, Australia

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