Décimas Picarescas

De las décimas picarescas podríamos hablar mucho o muy poco. Mucho, porque el apogeo de nuestros decimistas coincide con una sociedad cuasi pícara: de danzas y teatro picaresco; de mujeres de ojos pícaros y hablar con picardía. Y poco, por lo delicado del tema, lindante con lo escabroso y cercano a lo obsceno.

 

 

La glosa de lenguaje procaz sólo se daba en las reuniones de hombres solos o en compañías de mujeres de vida airada. Siendo evitada por los cantores de controversia, salvo que deliberadamente alguien buscara pendencia. Pero a ningún buen decimista le faltaba en su repertorio todo un filón de glosas picarescas.

 

 

Pasó un lechero gritando

y una niña lo llamó,

y escondido de su madre

leche el lechero le echó.

 

 

Los temas más comunes en este género estaban relacionados con todo lo venéreo. Los órganos genitales, masculino y femenino, adquirían de pronto jerarquía militar, comandando sendos ejércitos que, tras sangrienta batalla, daban como ganador al “General Pipí” o al “Coronel Tente-tieso”. Ello, claro está, bajo la perspectiva machista de sus creadores (casi no hay noticia de mujeres decimistas), que quizá en la vida real apenas consiguieron un mísero empate con “Doña Cuca”, la Mariscala.

 

 

Otro aspecto de las glosas picarescas fue el de tomar una “planta” de gran belleza conceptual y alta calidad poética:

 

 

Lejos de ti, vida mía,

mientras viva lloraré.

Tu nombre pronunciaré

hasta mi última agonía.

 

 

Y enseguida glosarla en décimas procaces, exigiendo una respuestas del mismo tenor e igual tratamiento:

 

  

 

Cuando distante de ti

memoria o recuerdo hago,

con tal resentimiento cago

que quedo fuera de sí.

Estoy desde que te vi

como con disentería:

paso la noche y el día

sentado en la escupidera,

y estaré de esta manera

hasta mi última agonía.

 

 

Esta peregrina costumbre (reverso del canto “a lo divino alto”, con planta obscena para glosa mística), parece haber sido traída de Chile por Hijinio Quintana. Consabida es la habilidad del “roto” para estos menesteres y su innato gracejo que le permitía, con toda naturalidad, dar como pícaro lo que en otros labios en barata grosería.

 

  

GOCE DE LO QUE TUVISTE

 

 

 

Gocé de lo que tuviste

en la flor de tu niñez;

no podrás dar otra vez

lo que en un tiempo me diste.

 

 

1

 

Como infeliz me has tratado

al borrar tu fino amor;

pues no me causa dolor

ni creas que me he agraviado;

más bien contento he quedado,

más que cuando me ofendiste,

y después que me quisiste

te has olvidado de mí…

Cuando yo el jardín abrí,

gocé de lo que tuviste.

 

2

 

A ese dueño de tu amor

que me adora con gran fe,

le dirás que yo gocé

lo primero y lo mejor:

de aquella fragante flor

yo fui quien rompió la nuez;

yo, como primera vez

te recogí cerradita;

yo te gocé tiernecita

en la flor de tu niñez.

 

3

 

Para mí tú eras la diosa,

la estrella más refulgente

y eras la flor explendente

que apagabas a la rosa.

Yo te elegí por hermosa,

puse la luna a tus pies,

no lo niegues porque así es:

imploras con tus favores;

si otros gozan tus amores

no podrás dar otra vez.

 

4

 

Al fin, discípula mía

a quien amar enseñé,

la primera que logré,

fuiste la que más quería.

Pero llegó el fatal día

que al fin te desvaneciste.

A otro galán quisiste:

si él te adora como yo,

le dirás que se acabó

lo que en un tiempo me diste.


 

Fuente: Procede de Yanahuara (Arequipa). Recogida en 1951.

 

 

 

 

SI TU HERMANA NO ME DA

 

 

 

Si tu hermana no me da

las dos mulitas y el macho,

yo tampoco no le doy

el molde de hacer muchachos.

 

 

1

 

Si la vieja se interesa

que no converse contigo,

por Dios que entonces me obligo

a llevarte por la fuerza.

Por gozar de tu grandeza

busco la oportunidad,

pues ella con su crueldad

busca tenerte afligida.

Quizás le cueste la vida

si tu hermana no me da.

 

2

 

-¡Este hombre dice, mamita,

que me tiene que llevar,

por que no le quiero dar

a probar mi papayita;

y como me ve solita

es tan travieso muchacho,

que se meterá en mi rancho

y después me forzará,

y también me llevará

las dos mulitas y el macho!…

 

3

 

-¡Hija de mi corazón:

cuida bien tu papayita,

mira que estás cerradita

y no les des ocasión;

ese mozo es un bribón:

yo me  determino hoy,

porque convencida estoy

no se puede castigar;

si viene con necedad,

yo tampoco no le doy!…

 

4

 

Cuando la saque robada,

la llevo a una lomita,

le cuesta una dormidita

hasta que el día se aclara;

y vuelta me la llevara

hasta mi mismo despacho,

a su madre se la arrancho

y para mí la tendré,

y a ella no le daré

el molde de hacer muchachos.


 

Fuente: Procede de Chancay. Comunicó Porfirio Vásquez. Lima 1955.

 

 

 

 

YO TENGO UN ANIMALITO

 

 

 

Yo tengo un animalito

que cuando come enflaquece;

cuando deja de comer

engorda, retoza y crece…

 

 

1

 

Es muy chiquito y travieso

pero bien enamorado;

tiene el cuello colorado

y barbas bajo el pescuezo.

Cuando tiene hambre está tieso,

pero cuando tiene apetito

se pone muy paradito

reclamando sus placeres.

Para afán de las mujeres,

yo tengo un animalito.

 

2

 

A veces viste una blusa

de tela muy transparente;

tiene un hoyito en la frente

y dos cojines que no usa.

De la luz siempre se excusa,

sólo de noche aparece.

Si lo bañan se entristece

el demonio de animal;

tan raro es su natural

que cuando come enflaquece.

 

3

 

No tiene nariz ni cejas

y siempre anda resfriado;

tiene el cuello colorado,

es mochito y sin orejas.

El no gusta de las viejas

porque es de buen parecer;

siempre se quiere meter

por un hoyito apretado;

lo verán desosegado

cuando deja de comer.

 

4

 

El se arremete muy fiero

por toda parte y lugar,

más tieso que un general,

pero se quita el sombrero;

y sin preguntar primero

a la puerta que se ofrece;

del gusto hasta se estremece

si su comida es tiernita,

y si es fragante y bonita

engorda, retoza y crece…


 

Fuente: Procede de Castilla (Tacalá) Piura. Fuente oral, 1961.

 

 

 

 

MAMITA,  MI SEÑORITA

 

 

 

Mamita, mi señorita

mi regalado consuelo:

qué son de tus cariñitos,

qué falta me están haciendo.

 

 

1

 

Paseando en una alameda

una buena moza vi,

al punto yo la seguí

llevado de mi quimera.

Era china *  zalamera

muy guapa y muy oscurita;

era en todo muy bonita,

fresca como un mes de abril.

Sólo le pude decir:

“Mamita, mi señorita”…

 

2

 

Me miró muy desdeñosa,

y con continente altivo

me dijo, es usté atrevido,

¿por qué me dice estas cosas?

Yo le contesté, preciosa,

es usted mi único anhelo,

por su carita de cielo

vivo muy enamorado:

eres mi sueño dorado,

mi regalado consuelo…

 

3

 

Después de tanto porfiar

yo la pude convencer,

y ella al fin vino a acceder

que la llevara a cenar.

La comencé a acariciar

dándole ricos besitos,

y ella hacía pucheritos

pero no me contestaba.

Penoso le preguntaba:

“¿Qué son de tus cariñitos?”

 

4

 

Yo me la llevé a mi cuarto

con una buena intención;

no iba a perder la ocasión

de pasarme yo un buen rato.

Cuando cerramos el trato

Se estaba ella desvistiendo;

Y yo me estaba diciendo

Con demasiada porfía:

“¡Mis antiguas energías,

qué falta me están haciendo!”


 

* Zamba o mulata. Según el tipo de mestizaje se dice chinachola, china-prieta, china-clara, etc.

 

Fuente: Fuente oral. Recogida en Ica, 1958. Reconstruida en 1970.

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