Daniel Alomía Robles

Daniel Alomía Robles
Daniel Alomía Robles

Siendo niño integró el coro de la catedral de su ciudad natal. Al cumplir 13 años, su madre, doña Micaela Robles, dama huanuqueña de ancestros andinos, lo envía a Lima para alentar su talento artístico en el campo de pintura y las artes manuales. En 1887, en plena adolescencia, conoció al maestro Manuel de la Cruz Panizo, negro liberto, compositor de música religiosa en varias iglesias y monasterios de Lima, quien lo instruyó en el solfeo y en el canto coral. Poco tiempo después, Panizo puso en contactoal joven Alomía con el maestro Claudio Rebagliati, compositor italiano radicado en el Perú, para los estudios de piano, armonía y composición.

Viajero infatigable desde los 15 años, recorrió el Perú internándose por los más abruptos lugares de su serranía, recogiendo los cantares y música que se transmitían de generación en generación, captando melodías tradicionales y leyendas de las épocas incaica y colonial, coleccionando instrumentos musicales y cerámicas de las antiguas culturas peruanas.

Su amistad con el Padre franciscano español Gabriel Sala en el Monasterio de los Padres Descalzos de San Luis de Shuaro fue determinante para sus orientaciones musicológicas, en la misma medida en que lo fue su amistad con Felipe Pedrell en la Argentina.

En febrero de 1897 contrajo matrimonio con la dama pianista cubana Sebastiana Godoy, hija de banqueros y hermana del poeta simbolista Armando Godoy radicado en París. De esta unión nacieron diez hijos. En 1910 el padre Alberto Villalba Muñoz lo presenta en la Universidad de San Marcos como descubridor, al lado de Castro y Alviña, de la gama pentafónica de los Incas.

A los dos años de la muerte de su esposa acaecida en Nueva York, en 1922, casó Alomía Robles con doña Carmela Godoy, hermana de la difunta, en la que tuvo dos descendientes. Sus numerosos viajes lo llevaron a trasponer las fronteras de su patria en varias oportunidades, visitando Bolivia, Argentina, Ecuador, Panamá y Estados Unidos, en donde radicó en la ciudad de New York durante 14 años, desde 1919 hasta 1933.

Diversas instituciones y personalidades del mundo artístico norteamericano manifestaron profundo interés por su obra: Mr. Peter H. Goldsmith, director de la división interamericana de la «American Association for International Conciliation»; el maestro Edwin Franko Goldman, director del a famosa banda del mismo nombre; las fundaciones Carnegie y Guggenheim; las Universidades Columbia y Yale; la Unión Panamericana en Washington y el presidente Harding de los EE. UU. Este último propuso su ópera Illa Cori para ser estrenada en las grandes ceremonias de apertura del Canal de Panamá, en 1914. Lamentablemente, el conflicto bélico frustró el proyecto.

Las casas: RCA Víctor y Brunswich grabaron en 24 discos sus principales obras, de las cuales, la plegaria de la zarzuela El Cóndor Pasa es la que alcanzó mayor difusión y fama.

El 16 de junio de 1933 arribó al Callao, Perú, regresando a la patria tras prolongada residencia en Nueva York. Afincado en Lima, recibe homenajes, un nombramiento para un cargo público y numerosos estrenos con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta de su entonces titular, maestro Theo Buchwald.

Atacado de septicemia fallece en Chosica – Lima, a los 71 años de edad dejando inconclusas varias composiciones y el proyecto de un departamento de investigación con el compositor puneño Theodoro Valcárcel, artista también de estirpe y vocación andinas.

Daniel Alomía Robles fue un infatigable compositor de honda raigambre andina. Sus conceptos musicales difieren radicalmente del academicismo imperante en la época. Fue, sin lugar a dudas, el primer compositor peruano y, tal vez, latinoamericano, que basó su trabajo de constructor musical en la investigación y estudio constante de los materiales sonoros nativos, específicamente andinos, es decir aquellos que definen como afirmara González Prada, «…el verdadero Perú… la nación formada por la muchedumbre de indios diseminados en la Cordillera».

Su trabajo creativo encontró en los géneros populares, en la canción y en las breves piezas pianísticas efectivos canales de expresión mezclados en sencillas y espontáneas estructuras formales. Obviamente, en trabajos más elaborados, obras de cámara, sinfónicas y dramáticas, no pretendió alcanzar las complejidades del convencional desarrollo o variación académicas, propias de las concepciones europeas, pero sí dejó hermosos testimonios de una auténtica búsqueda de expresión musical peruana.

Si, aparentemente, los méritos del recopilador opacaron su genuino talento creador, es necesario establecer que su labor de musicólogo únicamente constituye sólido complemento y fuente de inspiración para la del compositor. Alomía Robles no sólo ha legado una estupenda colección de melodías nativas sino ha logrado, como compositor, y ello es trascendente, una propuesta sencilla, pura y espontánea en el manejo de los materiales sonoros andinos, propuesta visionariamente ligada al quehacer del compositor peruano del mundo contemporáneo. (Fuente: Conservatorio. Revista Musical Peruana N° 3. 1991-1992. pp.21-23)

Daniel Alomía Robles escribe 88 canciones, muchas de ellas sin hacer uso de melodías populares, la mayoría de un exaltado romanticismo como son Volverán las oscuras golondrinas, Sobre la playa o Fue una ola de mar. En Nueva York realiza su obra más seriamente elaborada: el sexteto El Indio para flauta, oboe, clarinete, corno, fagot y piano. Tiene cuatro partes donde se alternan movimientos lentos y expresivos con danzas entusiastas y originales como la ‘Cashua’ del final, que posee una instrumentación muy colorida y original».

El cóndor pasa

La obra más célebre de Daniel Alomía Robles es la zarzuela El cóndor pasa, escrita en 1913, con texto de Julio Baudouin y Paz. Este argumento resultó ser revolucionario por su carácter político contra el imperialismo yanqui.

El libretista de El cóndor pasa seguramente había leído a Gonzales Prada, que afirmó: ‘No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes: la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminados en la banda oriental de la Cordillera’…’No veamos, pues, en la cuestión indígena una crisis provincial y pasajera sino un problema nacional y permanente’…’La palabra que se dirija hoy a nuestro pueblo debe despertar a todos, poner en pie a todos, agitar a todos como una campana de incendio en avanzadas horas de la noche’…

El argumento de Baudouin y Paz transcurre en una region minera de la sierra peruana. Allí se enfrentan los explotadores y los explotados. Mister King es odiado por los trabajadores y muere aplastado por una inmensa piedra que le arroja Higinio. Pero inmediatamente surge Mr. Cup y la lucha empieza nuevamente, siendo el cóndor que vuela en el cielo símbolo de la libertad.

Este planteamiento desarrollado en la zarzuela era de una novedad absoluta en el teatro, si bien había sido ya tratado en las novelas románticas de Aréstegui, Mercedes Cabello de Carbonera y Clorinda Matto de Turner, pero en 1913 y bajo la presidencia de Guillermo Enrique Billinhurst, fue de un impacto fulminante.

En el teatro Mazzi se dio tres mil veces a lo largo de cinco años. De los ocho fragmentos musicales, el que más éxito tuvo es la cashua, que se sigue tocando hasta el presente en muchos países del mundo, siendo un éxito cantado en idiomas muy diversos.

Para entender hasta qué punto utilizaba Robles el folklore peruano, debemos decir que el principio de la melodía de esta cashua es un canto de amor de Jauja, cuyo texto en quechua dice: Huk urpichatam uywakarkani y fue publicada en el célebre libro La música de los incas, de los esposos D’Harcourt en el ejemplo musical N. 47, p.303, editado en París en 1925, doce años después del estreno de la zarzuela en Lima.

Los tres primeros compases de la canción jaujina son idénticos, pero luego la melodía cambia totalmente. Por ello, no se puede decir que no haya auténtica creación, como variación de un tema popular, por parte de Alomía Robles.

Fuente: PINILLA, Enrique. La Música en la Republica. Siglo XX. En «La Música en el Perú». Patronato Popular y Porvenir Pro-Música Clásica, Lima 1985. pp.139-140

Obras: Colección de Melodías Populares, recientementre publicada por su hijo; la ópera Illa Cori (o La Conquista de Quito por Huayna Capac); la zarzuela El Cóndor Pasa; la zarzuela Alcedo, de la que sólo queda la «Sereneta»; la opereta La Perricholi, de la cual se han encontrado fragmentos; 88 canciones para voz y piano; una Misa de Gloria (1909); y los poemas sinfónicos «El Indio», «El Amanecer andino», y «El surgimiento de los Andes»; y algunas piezas para piano.

otros datos:

Nació en Huánuco en 1871, y murió en Lima, en 1942. A los trece años fue a Lima y estudió con el maestro y compositor Manuel de la Cruz Panizo, cantor de iglesia limeño, que lo inició en el solfeo.

Siendo niño integró el coro de la catedral de su ciudad natal.
Al cumplir 13 años, su madre, doña Micaela Robles, dama huanuqueña de ancestros andinos, lo envía a Lima para alentar su talento artístico en el campo de pintura y las artes manuales.

En 1887, en plena adolescencia, conoció al maestro Manuel de la Cruz Panizo, negro liberto, compositor de música religiosa en varias iglesias y monasterios de Lima, quien lo instruyó en el solfeo y en el canto coral.

Poco tiempo después, Panizo contactó al joven Alomía con el maestro Claudio Rebagliati, compositor italiano radicado en el Perú, para los estudios de piano, armonía y composición.

Viajero infatigable desde los 15 años, recorrió el Perú internándose por los más abruptos lugares de su serranía, recogiendo los cantarees y música que se transmitían de generación en generación, captando melodías tradicionales y leyendas de las épocas incaica y colonial, coleccionando instrumentos musicales y ceramios de las antiguas culturas peruanas.

Su amistad con el Padre franciscano español Gabriel Sala en el Monasterio de los Padres Descalzos de San Luis de Shuaro fue determinante para sus orientaciones musicológicas, en la misma medida en que lo fue su amistad con Felipe Pedrell en la Argentina.

En febrero de 1897 contrajo matrimonio con la dama pianista cubana Sebastiana Godoy, hija de banqueros y hermana del poeta simbolista Armando Godoy radicado en París. De esta unión nacieron diez hijos. A los dos años de su muerte acaecida en New York, en 1922, casó Alomía Robles con doña Carmela Godoy, hermana de la difunta, en la que tuvo dos descendientes.

Sus numerosos viajes lo llevaron a trasponer las fronteras de su patria en varias oportunidades, visitando Bolivia, Argentina, Ecuador, Panamá y Estados Unidos, en donde radicó en la ciudad de New York por 14 años, desde 1919 hasta 1933.

Diversas instituciones y personalidades del mundo artístico norteamericano manifestaron profundo interés por su obra: Mr. Peter H. Goldsmith, director de la división interamericana de la «American Association for International Conciliation»; el maestro Edwin Franko Goldman, director del a famosa banda del mismo nombre; las fundaciones Carnegie y Guggenheim; las Universidades Columbia y Yale; la Unión Panamericana en Washington y el presidente Harding de los EE. UU. Este último propuso su ópera ‘Illa Cori’ para ser estrenada en las grandes ceremonias de apertura del Canal de Panamá, en 1914. Lamentablemente, el conflicto bélico frustró el proyecto.

Las casas: RCA Víctor y Brunswich grabaron en 24 discos sus principales obras, de las cuales, la plegaria de la zarzuela «El Cóndor Pasa» es la que alcanzó mayor difusión y fama.

El 16 de junio de 1933 arribó al Callao, regresando a la patria tras prolongada residencia en New York. Afincado en Lima, recibe homenajes, un nombramiento para un cargo público y numerosos estrenos con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta de su entonces titular, maestro Theo Buchwald.

Atacado de septicemia fallece en Chosica – Lima, a los 71 años de edad dejando inconclusas varias composiciones y el proyecto de un departamento de investigación con el compositor puneño Theodoro Valcárcel, artista también de estirpe y vocación andinas.

Daniel Alomía Robles fue un infatigable compositor de honda raigambre andina. Sus conceptos musicales difieren radicalmente del academismo imperante en la época. Fue, sin lugar a dudas, el primer compositor peruano y, tal vez, latinoamericano, que basó su trabajo de constructor musical en la investigación y estudio constante de los materiales sonoros nativos, específicamente andinos, es decir aquellos que definen como afirmara González Prada, «…el verdadero Perú… la nación formada por la muchedumbre de indios diseminados en la Cordillera».

Su trabajo creativo encontró en los géneros populares, en la canción y en las breves piezas pianísticas efectivos canales de expresión mezclados en sencillas y espontáneas estructuras formales.

Obviamente, en trabajos más elaborados, obras de cámara, sinfónicas y dramáticas, no pretendió alcanzar las complejidades del convencional desarrollo o variación académicas, propias de las concepciones europeas, pero sí dejó hermosos testimonios de una auténtica búsqueda de expresión musical peruana.

Si, aparentemente, los méritos del recopilador opacaron su genuino talento creador, es necesario establecer que su labor de musicólogo únicamente constituye sólido complemento y fuente de inspiración para la del compositor.

Alomía Robles no sólo ha legado una estupenda colección de melodías nativas sino ha logrado, como compositor, y ello es trascendente, una propuesta sencilla, pura y espontánea en el manejo de los materiales sonoros andinos, propuesta visionariamente ligada al quehacer del compositor peruano del mundo contemporáneo.